Primeros pasos en la gestión de emociones.

¿Qúe podemos hacer con nuestras emociones? ¿Dejamos que nos influyan y nos lleven donde ellas quieran? Es diferente el descontrol que la indolencia, es distinto que la intensidad de una situación no me de margen para reaccionar, que no lo haga en ningún caso.

Podemos entrenarnos para manejarlas, podemos esforzarnos para que nos hagan mejores personas y por ende nos proporcionen una vida mejor. Pero, también, debemos tener claro que no podemos hacer con ellas. Hay que entender que no podemos dejar de sentir y que, normalmente, una vez que aparecen nos hacen navegar bajo su influjo. Pero si podemos prepararnos para los impactos futuros y si podemos aumentar nuestro conocimiento y nuestro control sobre las que se nos presentan más o menos leves cada día. En este sentido resulta muy sugerente la alternativa que se nos ofrece desde la Fundación para la Educación emocional y sus "gimnasios emocionales".

¿Pero cómo podemos realizar una mejor gestión de las emociones?

1.- Adquiriendo la habilidad de identificar nuestros sentimientos y emociones. Resulta imprescindible conocer e identificar en uno mismo las distintas emociones que nos afectan en las situaciones emocionales sobre las que intervenir. Muchas ocasiones la complejidad y la maraña de sentimientos es tan densa que resulta verdaderamente difícil hacer luz, ver con claridad.

2.- Definiendo objetivos. Gestionar nuestro mundo emocional debe estar orientado en alguna dirección, con un sentido claro. Saber lo que se quiere en la vida, en las relaciones personales, en las situaciones problemáticas en las que nos vemos involucrados es una de las claves de la gestión emocional.

3.- Realizar un análisis de la situación emocional y elaboración de estrategias de intervención. Si hemos podido realizar  correctamente los dos primeros pasos llega la hora de ponerse en marcha, de diseñar una ruta con la que mejorar la situación. En primer lugar habrá que observar la interacción entre pensamiento, emoción y acción para elaborar la estrategia más adecuada para la consecución de los fines previamente establecidos.

4.- Empleo de técnicas de apoyo. La Psicología ofrece algunos recursos en forma de técnicas que facilitan la intervención sobre el pensamiento (por ejemplo la reestructuración cognitiva o la parada de pensamiento), sobre ciertas áreas vinculadas a lo emocional (por ejemplo las técnicas de relajación) o sobre la parte más motora de la conducta (como por ejemplo los programas de refuerzos).

Comentarios

  1. Me parece muy interesante el artículo y el blog, por ello he decidido compartirlo en mi blog, si te parece bien, por si le sirve a alguien. Gracias y felicitaciones por tu labor.

    Saludos desde http://inclusionenelauladiaria.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Qué significa sentirse raro y/o extraño y cómo afrontarlo

El amor se riega todos los días

Besar a un desconocido, lo que no sabemos sobre nosotros mismos.