El valor emocional de las experiencias

Valor emocional
A nadie pasa desapercibido el valor de la experiencia puesto que parece estar asociado con el aprendizaje y con el conocimiento práctico de haber vivido y/o del saber hacer. Pero resulta más difícil observar el valor emocional de las experiencias.

Ir de compras, hacer deporte, hacer una llamada de teléfono, quedar con los amigos, dar un paseo, preparar una comida. ver la televisión, jugar con los nietos son actividades cotidianas realizadas por la mayoría de las personas. Pero, ¿alguna vez os habéis preguntado por el valor emocional que tienen esas actividades cotidianas?. Mejor dicho, ¿qué valor emocional nos aportan las actividades que realizamos?.

Es evidente que hay experiencias que no elegimos. Pero otras muchas actividades están al alcance de nuestra toma de decisiones y podríamos dirigirlas en función, también, del valor emocional que nos aporten.


- ¿Qué vemos en la televisión y qué nos aporta?
- ¿Con qué personas estamos y/o charlamos y cómo nos hacen sentir esos ratos?
- ¿Qué actividades de ocio tenemos y que nos aportan emocionalmente?
- Cuando pasamos tiempo trabajando o cuidando de otras personas, ¿qué tipo de actividades realizamos?, ¿qué valor generan tanto a uno mismo como a los de alrededor?

¿Qué nos aporta la televisión?
La idea del post es llamar la atención sobre la conveniencia de mirar nuestras experiencias también desde el valor emocional que generan. La propuesta es la de hacer un ejercicio de visibilización de esas emociones que muchas veces nos pasan desapercibidas en nuestra vida cotidiana y que van aportando en positivo o en negativo aunque no seamos muy conscientes de ello.

Recuerdo en un curso haber hecho esta reflexión cuando un alumno toma la palabra para preguntarme la opinión sobre su afición a ver viejas películas del oeste. Un tanto sorprendido y confundido me puse manos a la obra hasta que ambos concluimos que tenía que ver con la satisfacción que le producía ver, aunque fuera en la ficción del filme, que la justicia terminaba venciendo, un sentimiento que le servía de contrapeso a situaciones que había vivido de injusticia.

Jugar es una actividad cotidiana
Ahora que llegan días de vacaciones para muchos, no dejemos, pues, pasar la oportunidad de agregar valor emocional a nuestra vida con una elección más intencional de las experiencias que vivamos.

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