Pasar de lo negativo a lo positivo

Hace unos meses publiqué un post sobre la importancia de la actitud positiva ante la vida como una herramienta inteligente con la que enfrentar problemas y conflictos. Lo que tiene esto de escribir en formato breve es que siempre quedan cosas en el tintero. Hoy saldrán a pasear por estas líneas algunas de las que con más fuerza han gritado para hacerse un hueco.

La idea es hablar de cómo pasar de lo emocionalidad negativa a la positiva. Y hacerlo desde la experiencia tanto de acompañar a personas en ese camino como de mi propia vida.

Prerequisitos, preparando la maleta.

Pasar de lo negativo a lo positivo
Hay cosas que uno tiene que hacer antes de viajar, por ejemplo la maleta. De la misma forma el pasar de lo negativo a lo positivo precisa que se den una serie de condiciones para
suceder.

Deseo y/o ganas. A veces olvidamos lo esencial. Para recorrer un camino hay que querer hacerlo y hay que encontrar el momento para ello. Lo negativo requiere su tiempo y su espacio para ser procesado adecuadamente. ¿Cuanto tiempo? Esto puede ser materia para otro post pero indudablemente hace falta digerirlo, asumirlo, aceptarlo, encajarlo, en definitiva hacer algo con ello. También pasa que hay personas que se sienten bien en lo negativo (me lo apunto para próximas ediciones en el blog) y que no desean salir de ese espacio porque obtienen algunos beneficios que no quieren perder. "La loca del muelle de San Blas" es un poético ejemplo en el que, es verdad, interviene la locura. Incluso hay ocasiones en que es la necesidad la que te impulsa en este camino tal y como explicaba Viktor Frankl.

Fuerza. Uno de los efectos de la negatividad es el consumo de energía vital. Por una parte es necesaria para recuperarse de los reveses, por otra parte nos activa emocionalmente con el gasto que ello supone, y para finalizar nos dificulta la tarea de concentrar energía. Algunos ejemplos. A uno le puede gustar correr, pero justo después de terminar una maratón hace falta recuperar. La intensidad de  una pérdida importante consume energía, esto supone que tareas cotidianas pueden resultar más costosas. Y el tercer ejemplo, estar nervioso ante un examen me impide recordar datos con la agilidad normal o me hace ser más torpe en tareas que habitualmente realizo correctamente.

El viaje del Ave Fenix.

En el fondo de lo que hablamos es de reconstruirse, de reinventarse, de rehacerse, de recuperarse. Pero tal vez este viaje no solo pueda describirse con esos verbos. Tal vez haya que hablar también de la posibilidad de crecer, de mejorar, tal y como nos muestra la evidencia científica, sobre resiliencia. ¿Cual es el mapa que usar? Y dentro de éste ¿cual es el trayecto a elegir?

Mapa. No hay otro que el de la realidad. Pero, cuidado... La realidad vista desde el punto de vista más objetivo, más amplio. Un mapa en el que quede impreso tanto la adversidad a la que nos enfrentamos como nuestros apoyos para hacerlo. Una realidad que exprese el camino hecho, sin censura, que incluya las autopistas de la satisfacción y el orgullo y las zonas en las que hubo que hacer camino. La intensidad emocional tiende a alejarnos de una parte de nuestra realidad puesto que amplifica parte de lo que nos rodea. No hay mejor herramienta que un mapa detallado y una brújula que nos oriente dentro de su inmensidad.

Brújula. La dirección que seguir es la de mejorar, la de recuperarse. La inteligencia, para mi, implica necesariamente la positividad. Esto implica que por muchas razones que se pueda tener para quedarse en el terrero de la pérdida y/o del dolor lo sano supone seguir con la vida, no pararse, no estancarse. Por ello nuestra brújula debe indicar el bienestar. Y la demostración de que avanzamos es estar más cerca de la meta.

Itinerario. ¿Como se llega? Es evidente que cada uno debe descubrir su propio camino pero si es verdad que podemos aportar algunas recomendaciones:
- Ponerse en marcha. Dificilmente se llega a ningún lado sentado.
- Dibujar una meta en el horizonte y encaminarse hacia ella. Si no tenemos metas tan voluminosas nos valdrán los objetivos diarios, los pasos en los que me voy a centrar hoy.
- Ir acompañado. La mayoría de los viajes son más entretenidos y seguros cuando se comparten con otros.
- Aceptar e integrar lo negativo como propio de nuestro camino y, en paralelo, desear llegar a nuevos lugares en los que puede que nos encontremos mejor.

Coraje y paciencia. No hay cambio sin esfuerzo, sin insistencia, sin lucha. Muchas veces el camino no es claro pero se trata de seguir avanzando. Teniendo mapa, brújula y ruta solo resta la determinación confiada combinada, a veces, con la espera a que el camino se despeje o la espesura se abra.

Creo que nos pasamos la vida haciendo trayectos más o menos cortos que nos llevan de lo negativo a lo positivo y viceversa, básicamente porque la vida es diversa y con ella nuestra forma de posicionarnos ante ella. Interpretamos la realidad como favorable y/o desfavorable cuando, a veces, solo es facilitadora o obstaculizadora de nuestros deseos. Es decir, interpretamos la vida y le asignamos una polaridad cuando muchas veces ésta no es mas que una proyección de nuestra voluntad. La verdadera positividad o negatividad de la vida requiere de perspectiva para ser descubierta porque de lo contrario equivocarse es lo más fácil.



Comentarios

  1. Despues del eclipse solar veré ls dias diferentes.Si la luna y el sol pueden amarse
    tambien quizás lo hará la gente un abrazo

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